Elena. Santa
   [924](242-329)

 
   
 

      
 Nació hacia el 242 tal vez en Drepanum, llamada luego Helenópolis en su honor. Se desposó con Constancio Cloro, general de las legiones de Bretaña. El 274, un año después del matrimonio, nació su hijo, Constantino el Grande.   En el año 293 los emperadores Diocleciano y Maxi­miano nombraron césares a Galerio y a Constancio Cloro. E­lena fue repudiada y tuvo que llevar una vida alejada y humillada.
   El morir en el 306 Constancio, fue nombrado césar su hijo Constantino. Una medida inicial fue rehabilitar la figura de su madre, que vivía entonces en Tréveris, abandonada y alejada de su hijo que luchaba en diver­sos frentes. Constantino tomó el título de Augusto en el 307 y llevó a su madre al palacio, y la otorgó el titulo de emperatriz en 324.
   Para entonces Elena se había hecho cristiana y se dedicó a procurar que su hijo se hiciera también seguidor de Cristo y a librar a los cristianos perseguidos. S. Gregorio escribió que la madre del Emperador era ”de encantadora modestia y llenaba de entusiasmo a los roma­nos".
   Alentó la construcción de templos para la gloria de Dios. Su hijo Constant­no le confió la administración del erario imperial y acuñó monedas con la efigie y la inscripción FLAVIA JULIA HELENA.
   Ya muy anciana, quiso conocer los lugares santificados por la presencia del Salvador y fue a Tierra Santa. La tradi­ción dice que, por diversos milagros, descubrió los restos santos de la cruz de Jesús en las cercanías del Calvario.
   Edificó basílicas en el Calvario, en el Olivete, en Belén. Y murió al regre­so, el año 328 ó 329. Fue sepultada en la Vía Labicana, en iglesia de los mártires Pe­dro y Marcelino, en un mausoleo cilíndrico de ladrillo, del que todavía quedan ruinas y que el pue­blo llama Torre Pignattara. El sarcófago, de pórfido bellamente esculpido, fue hallado siglos después en el lugar y se conserva hoy en el museo Vaticano.